SEVERA CRISIS EN LA FPF
Por: Eddie Fleischman
La descomposición empieza a hacerse notar en la Federación Peruana de Fútbol. Algo que en silencio se fue cocinando durante la clasificación y presencia de Perú en el mundial de Rusia 2018. Ya el olor que despide la entidad empieza a ser fétido y lo que se venga puede ser una crisis sin precedentes en los últimos 25 años de la institución. Cuando Manuel Burga, considerado «no culpable» tras su proceso en EEUU con ocasión del «FIFAgate», dejó la institución había en caja 5 millones de dólares.
Hoy hay un déficit enorme que se acerca los 20 millones de dólares, incumplimiento en pago de proveedores por muchos meses, despido de decenas de trabajadores y funcionarios del ente rector, proyectos que se ven truncos, el proceso de construcción de un nuevo predio de selecciones en Chaclacayo -hacia el este de Lima- que, a diferencia de los otros siete predios que existen en el país se han hecho sobre terrenos en concesión a costo cero, genera un pago anual de 200.000 soles y como éstos, varios otros problemas que pueden surgir y ya hace rato provocan la incomodidad del comando técnico de Ricardo Gareca, la imposibilidad de cumplir económicamente su contrato y por lo tanto, no es difícil de deducir, la no poco probable interrupción de su tarea al frente de la selección.
Ayer han llegado al Perú, sin previo aviso, dos funcionarios del área de auditoría y ética de CONMEBOL para observar los manejos económicos de la entidad cuando estamos a la espera de que se resuelva la acusación contra el presidente en funciones Agustín Lozano y otros seis directores por su presunta participación en una mafia de reventa de entradas.
Sobre esto último, como muestra basta un botón: el día del Perú – Escocia en que se despedía a la selección previo a su viaje al mundial, entraron 38.000 personas al Estadio Nacional pero solo se pusieron en venta alrededor de 20.000 mientras en la calle revendedores con rostro familiar a las afueras de los estadios vendían pases con talonarios en mano.
Días aciagos para la FPF en su frente externo y también el interno. Lástima porque con la gestión Oviedo parecía estarse construyendo cimientos firmes para el futuro del fútbol peruano y todo parece estarse desmoronando como castillo de naipes.
Sin especulaciones ni apoyarse en trascendidos, toca esperar desenlaces en todo este amargo presente.