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RUSIA NOS VERÁ VOLVER

Qué difícil saber por dónde empezar. Qué difícil encontrar el enfoque para esta entrega a ustedes amigos lectores.
Me pregunto: ¿hablo del 2-0 sobre Nueva Zelanda? ¿De este parto interminable de 36 años sin poder asistir a un mundial? ¿De lo que sentí cuando tenía 15 años en el 81 cuando Perú clasificó a España y de, como hoy con casi 52, no cambió en nada mi emoción y el amor por esa camiseta de la franja roja? ¿O hablo más bien de todo lo que pasó en el camino, los errores cometidos que nos provocaron esta larga sequía sin participar de la gran fiesta del fútbol?
Quizás, pienso, ¿debería referirme a mis sufridos compatriotas, capaces de cambiar el llanto tras una tragedia debido a causas naturales, por una eufórica alegría por un esperado éxito en el fútbol?
¿Me explayo expresándoles la inmensa alegría de poder compartir la mágica noche del Nacional con la familia? ¿O del interminable abrazo entre llantos con Kevin, mi hijo, joven compañero del deporte y de diversas jornadas de trabajo incluyendo Brasil 2014?
¿Hablo del impresionante líder que es Gareca? Me quedaría corto, él merece una columna exclusiva.
¿O me explayo para hablar de Juan Carlos Oblitas, hoy gerente deportivo, nuestro ex fabuloso puntero izquierdo, a quien, como técnico, la diferencia de gol lo dejó fuera de Francia ’98 y de un mundial sub’20? Él también merecería una dedicatoria especial como hombre de fútbol y artífice de la contratación de Gareca para dirigir a Perú.
¿Debo referirme a que esta clasificación no debe cegarnos en cuanto el precario nivel de nuestro fútbol doméstico? ¿A todo lo que hay por enmendar para que noches como la de ayer se hagan costumbre? Habrá tiempo de eso.
Quisiera entrar en detalle porque son muchas las sensaciones que vienen a la mente y al corazón. Insisto: habrá tiempo.
Solo voy a referirme sin embargo, a mi íntima alegría. Solo quiero en este momento en que es difícil ser fríos y sacudirnos del sentimiento por la tierra que nos vio nacer y por la gente con la que diariamente compartimos una charla, un aliento, un café, una sonrisa o simplemente un saludo, transmitirles lo que tan intensamente vivimos aquí.
Hoy solo quiero dar gracias. Al fútbol, el juego más hermoso jamás inventado. A Oblitas, Gareca y todos los futbolistas en los que confió y que le respondieron demostrando de lo que somos capaces cuando la seriedad, la planificación y el compromiso le ganan el lugar a la improvisación, al desorden, a la crítica despiadada, el ataque personal y a la mediocridad del que prefiere y se regocija de ver al otro hundido.
Quiero dar gracias además, a Chumpitaz, Cueto, Uribe, Cubillas, Quiroga, Duarte, Díaz, Oblitas, Percy Rojas, La Rosa, Barbadillo, y tantos otros futbolistas héroes de los 70s y 80s,, que llenaron de gozo mi infancia, que me hicieron enamorar para siempre de la blanquirroja, que nos dieron material para disfrutar durante décadas con sus grandes demostraciones.
Era ya hora, no obstante, de cambiar de protagonistas. Aquellos quedarán inscritos en las páginas doradas del fútbol de nuestro país, pero era imprescindible que nuestros jóvenes tuvieran a sus propios héroes, que los álbumes de figuritas del mundial, volvieran a incluir a Perú pero con otros rostros, que nuestros «especiales del recuerdo» tengan nuevos protagonistas. Y finalmente quiero dar gracias a Dios, por permitirme vivir esta emoción, porque – como dije en la extensísima transmisión por RPP noticias – pensé que moriría sin volver a ver a Perú en el gran escenario y que sería imposible compartir lo que yo había vivido de niño y adolescente, con mis hijos.
Hay otras selecciones que admiramos mucho durante años, a las que vimos celebrar muchas veces logros muy superiores a una simple clasificación, formaciones acostumbradas a estar en finales y ganar torneos. Créanme en todo caso, que luego de 36 años de frustraciones, lo de ayer fue épico y quedará grabado eternamente en mi corazón. Son algunas cosas de las que vienen a mi mente. Hay muchísimas más, pero habrá tiempo. Hoy solo quiero salir a las calles, ver a la gente sonreír y abrazarme con todos. «Nos verán volver» dijimos muchos alguna vez. Parecía imposible, pero sí, Perú está de regreso.

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