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PIZARRO Y SUS LEGÍTIMOS SUEÑOS

En los últimos días, a raíz de alguna declaración para medios alemanes, Claudio Pizarro fue tema de tendencia en redes sociales y en los medios deportivos peruanos. La causa: el delantero del Colonia a sus 39 años de edad, manifestó su deseo de cumplir con su sueño de poder jugar un mundial si acaso Perú lograra superar a Nueva Zelanda en la repesca intercontinental. El rebote que tuvieron sus expresiones fue masivo y se viralizó en pocas horas generando la habitual polarización que el delantero suele desatar. Con crueles, inaceptables y vergonzosos epítetos incluidos.
Están aquellos – entre quienes nos incluimos – que le reconocen su enorme categoría, su condición de embajador del fútbol peruano, sus inestimables logros profesionales a nivel de records y títulos y le confieren la condición de ser el futbolista peruano con la carrera más exitosa en la historia de nuestro país. Están los que le reconocen aquello pero le cierran de plano toda opción a pelear por un lugar. Hay aquellos que reconociéndole sus éxitos, cuestionan la baja estadística goleadora del atacante y su escasa cosecha de logros con la franja roja al pecho y le niegan hoy toda aspiración a ser incluido; están también los resentidos, los que todo lo que venga de él, les causa aversión porque adicionalmente, lo ven – injustamente en mi opinión – como la cabeza visible de una generación integrada por futbolistas poco profesionales y comprometidos y finalmente se suman – aunque parezca increíble – aquellos que lo fustigan ciegamente por su pasado en Alianza Lima antes de emigrar a Alemania.
Pizarro debido a sus éxitos fuera del país, no ratificados por diversas causas con la selección nacional; cargó sobre sus espaldas con las culpas de todos los males que vivió la selección en la última década y media.
Hoy Pizarro ha ratificado sin embargo, su seriedad profesional.
Sigue jugando en una de las más poderosas ligas, porque su capacidad y sus energías se lo permiten a los 39 años; desea y sueña como cualquier futbolista, con asistir a un mundial con su país; es consciente de que para poder estar tiene que tener continuidad y rendimiento y deja como mensaje final aleccionador que siempre se debe luchar aunque a veces a uno le toque perder para seguir aprendiendo.
Hay sin embargo y al margen del tema Pizarro, tareas pendientes: Perú debe clasificar y después, lo tenemos claro y Pizarro primero que todos, es Gareca el que toma las decisiones y, ni los apellidos, ni las trayectorias influyen en ellas, sino solamente el rendimiento y el compromiso con la causa común.
Por eso, una cosa a la vez. Primero, Nueva Zelanda. Todo lo demás, es hoy lo de menos.

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